sábado, 28 de septiembre de 2019

PROCESIONES




¿Los muertos escriben poesía?
¿Respiran?
¿Van de copas, acaso, en una macabra
danza nocturna
en donde se arrastran cadenas, se
levantan losas y
esqueletos inmundos con
carne putrefacta pegada a sus
huesos salen de sus tumbas?

Me pregunto sí también
allí los cadáveres se
mueren de celos, si
envidian lo que no tienen
o si, mirando a la luna
lloran sus miedos
y gimen sus duelos.

¿Se retuercen los muertos
de pena y delirios?
Quiero pensar que han pagado
al diablo sus faltas y ahora
yacen tranquilos, sin formar
parte de procesiones errabundas
colmadas de cruces y cirios.

Entonces, tal vez, yo también
quiera, cual pestilente cadáver,
envolverme en mi blanco
sudario, colocarme una toca
y arrastrar cadenas pesadas
para escapar a una vida que huele
a miedo y desesperanza.

martes, 17 de septiembre de 2019

LIBERTAD

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Me aferro, como un águila,
a mi libertad, al
ansia salvaje de correr
en contra del viento,
de echarle un pulso
al equilibrio y la paz.

Huyo de la calma,
no quiero que nadie
sea el guardián
de mi soledad.

Acecho cada día
al viento del norte
para que me lleve
consigo y pueda,
por fin, explorar
la inmensidad.

Y aquí, sumergida
entre sollozos y libros,
siento en mis fauces
la sangre, devoro
tus entrañas escondida
en estas líneas y te juro,
amor mío, que te acecharé
cada noche para
que nunca más puedas
cerrar los ojos sin mirar
antes atrás.

viernes, 6 de septiembre de 2019

LLANTO




Y entonces, de repente,
me paré.
Detuve mis pies pequeños
en el camino pedregoso,
me senté sobre una piedra,
observé con atención
mis cicatrices y pude,
por fin, llorar.

Y lloré; lloré
por mis lágrimas
no derramadas,
por los reproches sufridos,
por la culpa desgarradora
que nunca debiera haber
sido.

Lloré por las alas
cortadas,
lloré por las palabras
no dichas,
por la tinta verde
no usada, por
la vida no vivida, por el
si complaciente,
por el látigo roto,
por las manos
desnudas y el dolor
ardiente, por los
ojos sin brillo, las
noches en vela
y las espadas de acero;
por la hiel que no cesa,
por la madre primigenia
de todos los pecadores,
por la loba abatida,
los cachorros hambrientos,
por el rayo que hiere y por
todo lo que no he sido.

AMATISTAS Y GRANATES

Entendía su aversión a las fotos y sabía muy bien de donde venía. Aquella mujer que le había robado lo más importante de su vida, la vid...