viernes, 19 de abril de 2019

MUERTE

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He dormido envuelta
en sábanas de sangre,
me ha arropado
un sudario hecho
de jirones de mi carne
putrefacta.

Y mi alimento ha sido
un guiso aderezado
con pústulas y lágrimas.

No sé si se vuelve
de la muerte,
no sé cuando se acaban
los dolores, solo me queda
avanzar hacia delante
y dejar que el lobo negro
del horror me pise los talones,
hasta que tu, Sombra Negra,
me abandones.






lunes, 15 de abril de 2019

SOMBRAS



Siempre me han dado miedo las sombras, desde que era una niña. Porque no hay nada claro en ellas. Provienen de la oscuridad; son una especie de horrible engendro que media entre la negrura total y absoluta y la luz. 
Y, sobre todo, las sombras son entes mentirosos, que no muestran la realidad, sino lo que otros quieren que veamos; no en vano aparecen en el "Mito de la Caverna" de Platón como la simbología del que toma por realidad lo que no lo es.
Me gusta la claridad, la luz, la verdad, y en la misma manera odio la oscuridad y la mentira. No quiero vivir con el miedo acechando tras los cristales de mi ventana, con susurros que entran por mis oídos y me envenenan la sangre y me dejan la piel ardiente y marcada con los mordiscos del lobo negro que encarna el miedo y la amenaza. 
Y por eso hoy inicio el camino definitivo para alejar de mi casa y de mi vida la mirada acechante de las sombras. No quiero lechuzas que me miren fijamente, que se aposenten en mi hombro y espíen lo que escribo cada mañana, ni que me persigan cuando paseo o se acomoden en lo hondo de mi pecho para quitarme la respiración y dejarme sin fuerzas, como una muñeca rota y desmadejada. 
Quiero gaviotas, palomas, alondras y colibríes. Quiero mariposas de amor que se enrosquen en mi ombligo, quiero pájaros que canten de mañana en mi ventana y alejen de mí el frío. 
Quiero hacer una Cruzada contra las Sombras, y afilaré bien mi espada, elegiré escuderos que me ayuden a caminar, de manera lenta y firme, por el sendero del olvido, para dejar atrás el pasado y construir en verdes y frondosas laderas el castillo que albergue mi destino. 

AMATISTAS Y GRANATES

Entendía su aversión a las fotos y sabía muy bien de donde venía. Aquella mujer que le había robado lo más importante de su vida, la vid...